lunes, 2 de junio de 2008

¡Manam Kanchu, papay!

A fines de enero -como en estos días pero en 1531- y después de varios intentos, el barbón Francisco Pizarro llegó en barcos apolillados hasta Piura. Cuando se enteró del roche entre Huáscar y Atahualpa, avanzó como las ratas, hasta otra ciudad con nombre de jarabe llamada Sangarara, donde fundó -después de fundir a balazo limpio la población incaica- la primera ciudad española llamada San Miguel de Piura; pero este detalle importantísimo e histórico no nos interesa así que sigamos con lo nuestro.

En Cajamarca, Pizarro arregló una entrevista con el más más del imperio incaico, y Atahualpa, que valgan verdades era un Inca despistado y que había llegado hasta la ciudad de los quesos para darse un baño en las aguas termales con todo y chancletas, no se enteró que el barbón era un saqueador de primera. Por el contrario, pensó que la entrevista era con un reportero de Biographic Channel.

Cuando Francisco Pizarro llegó les metió un cuentazo. 

Primero la foto, dijo, y todos los vasallos que se juntaron en mancha para salir con la sonrisa de caballo en primer plano, se enfriaron en mancha pues los barbudos españoles los fusilaron en el acto mientras que un curita les daba la extrema unción.

Entonces el Inca Atahualpa dijo: Ah no papá... tú ser barbón mentiroso. Y Pizarro le respondió. Joder, mentiroso es tu Dios, y le mostró la Biblia, y Atahualpa replicó: ¡¡¡Ama Llulla!!!, y Pizarro se preguntó, ¿Ama qué? ¡¡¡Ama Sua!!!, contestó el Soberano. ¡Yo “amo” a mi esposa, jilipollas! 

Atahualpa no entendió el insulto, y se quedó pensativo, y Pizarro, que además era un ignorante de las leyes en el incanato, de puro picón ordenó su arresto porque sintió en el alma que un serrano lo estaba agarrando de cholito.

Pero Atahualpa no era un tonto. 

Le ofreció un cuarto de oro a Pizarro a cambio de su liberación. 

El barbado español se alucinó que le iban a llenar de oro toda la habitación donde estaban. 

-¿Qué, no querías un cuarto de kilo? -preguntó Atahualpa. 

Pizarro se puso peor que un pichín y ordenó que le llenaran de oro el cuarto de dos metros y medio de alto. Y todo ese oro se lo robó con todo y las chancletas mojadas de Atahualpa a quien ordenó ahorcar bajo el delito de idolatría, conspiración y tomadura de pelo en contra de la madre patria.

Muerto el Soberano, Pizarro necesitó un nuevo Inca para llegar a Lima, por eso escogió a Túpac Hualpa a quien le dijo: ¡Ahora híncate delante mío!, y Túpac Hualpa en vez de hacer una reverencia cogió su lanza y se hincó el corazón y se murió. Y por ahí que la cosa se le empezaba a poner color de hormiga africana al genocida. Entonces Pizarro necesitaba una manito y se la pidió a otro indio que después terminó siendo Manco Inca.

Y así, éste truhán se pasó como tres años en pleno saqueo del Tahuantinsuyo. Entró al Cuzco como la tía Eli en su casa y se levantó a cuanta Virgen del Sol encontró, matando indios como moscas, comiéndose todos los camarones y el mejor paiche de nuestras costas y llevándose todo el oro del antiguo Perú.

Pero la cosa no termina ahí. Con la panza llena, Pizarro llegó hasta Lima y se rayó. Ésta tiene que ser la Ciudad de los Reyes, dijo, pensando en sus padrinos los Reyes de España, que además le tenían una mermelada aparte.

Así, el miserable llegó hasta la puerta del curaca Taulichusco, que como sabrá el vulgo, era lo que hoy en día es el alcalde y vivía, en lo que hoy, es el Palacio de Gobierno. Allí se mandó con todo. 

-Quiero este valle para fundar mi ciudad -dijo. 

-Manam Kanchu, tayta -respondió Taulichusco. 

-No, no quiero cancha ni quiero té, quiero la ciudad, -insistió Pizarro. 

...Manam papay, manam -se negaba Taulichusco. 

-Joder, hombre, que quiero la ciudad he dicho -insistió el barbón. 

Entonces Taulichusco se achoró: -

¡¡¡Manam Kanchu, carajo!!! -gritó asadazo, y agarró a guaracazo limpio a Pizarro y toda su mancha. 

-No vamos a desaparecer -gritó, y esa fue la frase final del abuelo Taulichusco.

En venganza Pizarro mandó secuestrar a la familia de Caxapaxa, asistente de Taulichusco que vivía –información también para el vulgo- en lo que hoy es la Catedral de Lima.

A pesar de todos los intentos del viejo Taulichusco para no ceder, sabía que estaba en minoría y que las guerras internas habían debilitado el imperio incaico. Taulichusco sabía que ya no había más remedio que negociar con el enemigo y que con su muerte se terminaba de quebrar la historia.

Al final a Taulichusco le dieron vuelta -para que no vea quién lo iba a matar-.

Así Pizarro fundó Lima en 1535 y lo celebramos todos los años. 

Por otro lado la iglesia católica se ganó con la casa de Caxapaxa para construir sus templos y un montón de terrenos para comenzar la evangelización después de la matanza indiscriminada. Increíble pero cierto. 

Una cita para compartir

... el hombre nunca sabe para quién padece y espera.
Padece y espera y trabaja para gente que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada.
Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse tareas.
En el reino de los cielos no hay grandezas que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por eso agobiado de penas y de tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida, en el Reino de este Mundo.

Alejo Carpentier