jueves, 26 de junio de 2008

Los insurgentes me apestan

La invitación que me hacen algunos grupos de insurgencia nacionalista, a través de mi correo me da pánico, y no por la invitación en sí, sino por la existencia de los mismos que nacen como ratas de la sombra. Y porque además, sí son ratas, digna de esta columna, iletrados oportunistas a los que la vida los ha tratado muy mal, porque de otro modo no serían tan fanáticos del absurdo absoluto con eso de la segunda república que desean fundar detrás de Ollanta Humala.

Me refiero al “Movimiento de Acción Nacionalista”, a los “Insurgentes por la Nueva República Peruana”, la “Acción Nacionalista del Perú”, entre otros, quienes bajo consignas como: “Insurgimos en la actual política peruana como una exigencia, como un deber cívico, obedientes a un mandato generacional e histórico, apremiados por una realidad desvaída, miserable, situación interna de enfrentamientos, corrupción, escepticismo que nos van llevando a la disgregación como país y ha conformarnos con un mañana sin futuro y sin grandeza...”, se vienen infiltrando entre la gente del SUTEP, la Construcción Civil, los sindicatos sobrevivientes, entre la gente más necesitada de la periferia donde llevan este mensaje de resentimiento –que ya existe y existirá-, de oposición al sistema político actual, fabricando un nuevo nihilismo comparable con el senderismo de los ochentas. Son pocos, están, se multiplican ahora menos que en campaña, pero siguen ahí. El eterno resentimiento del pobre que cree que todo millonario es malo, que todos blanco es enemigo del mestizo. Con ésta primitiva retórica Ollanta Humala cree ser la nueva fuerza opositora del país.

Les saco la lengua.

Yo le digo NO a los revolucionarios incultos y tarados, a esos que gritan “queremos que haiga pan”. Le digo No a los insurgentes cola de pericote, a esos que como Ollanta, anuncian defender el país de un Tratado de Libre Comercio (TLC ) y no dicen qué hacer entonces con el crecimiento de las importaciones hasta ahora alcanzado, con los miles de puestos de trabajo nuevos, con las oportunidades de desarrollo que tiene el país para seguir creciendo. ¿Alguna vez han propuesto qué hacer para remplazar eso? No. Proponen condicionar un intercambio comercial al que se nos invita. La escuela del sátrapa Chávez. Alan invita a Ollanta al diálogo y Ollanta condiciona la invitación. Eso es de pobres diablos, de los que por una campaña se sienten deidad, los igualados, los que no aceptan autocríticas, los perdedores que no ven su derrota, un trauma de la personalidad; un dictador en potencia. Suerte haber perdido él las elecciones.

“...Insurgimos decididos a terminar con esta dramática situación que a nadie satisface y a todos lastima, organizados en un movimiento político capaz de fundar la segunda república, capaz de retomar el hilo del proceso evolutivo de la cultura andina. Compatriotas estamos avisados...” Qué diablos tratan de decir, me pregunto. Contra quién van a insurgir los pobres diablos. ¿Contra un gobierno que ni siquiera se instala? ¿Qué es el proceso evolutivo de la cultura andina? ¿Queremos un país de Tahuantinsuyanos, de vírgenes del sol, politeísta? ¿Una amenaza abierta? 

No joroben.

En democracia se respeta a quienes, bajo el sistema democrático, participan como grupo o fuerza política constructiva. No se respeta a quienes atentan contra la idea de un Estado coherente, un gobierno de participación, diálogo, desarrollo para sus habitantes. Con los destructivos, con quienes desean tumbar el marco jurídico de la ley, hay que ser directos, señalarlos, decirles NO en todo, sacarles la lengua, pedirle al de arriba que se los jale por cangrejos, insurgentes nacionalistas colas de pericote, ratas dignas de esta columna. Me voy, señores, a mí ese tipo de insurgente me apestan.


Efraín Quispe Melgarejo

No hay comentarios: