martes, 3 de junio de 2008

Los expedientes secretos X

San Juan de Lurigancho 8:26 p.m. Perú (Música de la serie).

La verdad es que aquella “Alianza o pacto de gobernabilidad por San Juan de Lurigancho” traía muy preocupado al agente Fox Mulder. El FBI lo había alertado meses atrás, y él, ya instalado en nuestro distrito y visionando una y mil veces los vídeos de las tres últimas sesiones de concejo, había llegado a la conclusión de que el citado caso municipal, tenía claros indicios de “X Files”. Y no es que fuera un escéptico repugnante (como nosotros los periodistas), pero desde que el inefable premier Ferrero y el mismo presidente Toledo anunciarán a los cuatro vientos la novedad, la cosa parecía ya más gastada que suela de ambulante. No era posible, sospechaba Mulder. 

Los regidores del Bloque opositor discutían la vacancia del alcalde Rabanal, denunciaban casos de corrupción y eran agredidos hasta física y verbalmente por ello. De pronto, todos parecían haber sufrido un repentino cambio, una extraño alzheimer colectivo donde ya nadie mencionaba ni siquiera palabra alguna del sonado caso “Malecón Checa”, y donde, luego de padecer una insólita hemiplejía en las extremidades superiores, ahora todos los regidores hermanados por una fuerza sobrenatural, levantaban los brazos, prestos a aprobar todos los pedidos que hacía el mismo burgomaestre a quien días antes cuestionaban. 

Fox Mulder entrevistó a los involucrados, consultó un par de médicos y varios psicoanalistas. De noche, luego de una agotadora jornada de análisis, redactaba un primer informe: “De acuerdo a lo investigado, hasta el momento el comportamiento de un grupo de regidores del concejo municipal presenta rasgos de un finisecular fenómeno de bloqueo mnemotécnico. Antes, los citados regidores pretendían revocar a su autoridad edil. Ahora, con el correr de los días, se ven trastocados por una asombrosa energía electromagnética, posiblemente emanada de uno de los artefactos de apariencia inocua que utiliza el burgomaestre durante las sesiones, y que produciría efectos de hemiplejía zonal en el cuerpo a través de unos sonidos tintineantes que serán objeto de análisis en las 24 horas siguientes”. 

Por la mañana, Mulder se presentó a la oficina de imagen del municipio para pedir la dichosa campanita del alcalde. La envió para su estudio a un laboratorio de Washington, y por la tarde, los resultados no arrojaron nada. Mulder revisó los archivos de la comuna para ver si había casos similares registrados anteriormente; nada otra vez. Sus informes posteriores carecían de sustento hasta que, cansado de buscarle sentido a la insólita actitud de los regidores, llegó -nadie sabe cómo- hasta el consultorio folclórico de un chamán de la avenida Tacna. Pagó en dólares y dijo: vengo por un caso municipal. Entonces te va costar en doble. Pagó de nuevo. 

Cuatro horas de olímpico floreo y el pobre Mulder salió más extraviado que el jefe de Estado en una reunión de alcaldes. En su desbaratado informe final escribió: “La recesión económica, más que la ingobernabilidad por la atraviesa la comuna de San Juan de Lurigancho, es la respuesta más cercana a las demandas antes cuestionadas; claro, si antes no había ni para el té, menos iba haber para el desodorante. Pasó el fin de mes y todos los regidores -que incluso están a dieta- alzan los brazos de felicidad -¡Palabra que hasta en plena sesión de concejo!-, razón por la cual, todos los cargos y sospechas antes planteadas quedan sin efecto. 

Se recomienda volver a revisar el caso. Por favor Washington, enviar la campanita del alcalde con urgencia”.


Efraín Quispe Melgarejo
05/09/04

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