martes, 3 de junio de 2008

Nuestra productora Natty Ortiz

Sucedió inexplicablemente. Apenas el “Club de amigos” -... ¿Cómo qué cuál club? ¡El de los domingos de 4 a 5 de la tarde, y por radio Santa Rosa!- Bueno, les decía que apenas el programa comenzó a galopar en los trajines de la fama -nunca antes registrada en la radiofonía del país-, una breve anécdota opacó nuestra bonanza.

No se sabía con exactitud cómo ni cuándo, algo le había dado ese “quid misterioso” (y de buena suerte) a nuestro humilde, franciscano, y católico-apostólico-romano espacio radial. Lo cierto era que de la noche a la mañana, y sin que nos demos cuenta, el “Club de Amigos” ya competía con emisoras de peso como Radio programas, CPN y la misma 11.60 radio noticias. (…No se ría, que es cierto).

Las llamadas telefónicas eran dignas de elogio. Los oyentes (millones en el ámbito nacional) se comunicaban con la emisora de distintos puntos del país tan sólo para felicitar el contenido de las entrevistas, de las secciones. Llegó un día que el programa se hizo sólo de puras llamadas de provincias. Después fueron internacionales: desde del Ecuador, de la frontera con Brasil, hasta desde las mismas islas Malvinas donde nos escuchaban religiosamente fieles.

Era única la situación, las líneas reventaban, no paraban de sonar. Se habilitaron 14 teléfonos sólo para nuestro programa, de donde pudimos comprobar que nuestro Océano Pacífico, albergaba anónimas tierras en nuestro sufrido mapa, que estaban pendientes del “Club de amigos”. Era una barbaridad, una cosa impresionante.

Y qué decir de las cartas, rebalsaban en los buzones de la radio. El padre Juan Sókolich y la señora Lucy Borja y demás administrativos se pasaban tardes enteras revisando los mensajes, y aún así ni se daban abasto. Tanto, que los buenos muchachos de Prensa tuvieron que colaborar revisando los e-mails por internet. Todo, todo era un sólo pedido; que el “Club de Amigos” amplíe su horario a toda la semana y de cuatro horas seguidas por las mañanas, además de un especial los sábados y domingos por las noches, y en vivo.

El padre Juan no tuvo otra salida. Se vio acorralado por las innumerables estadísticas que respaldaban el pedido, además de una gran concentración de socios de la radio y público en general de Lima y provincias -encabezados por Heydi Fallaque-, quienes se apostaron en la Plaza Chabuca Granda para apoyar el cristiano reclamo. Cuando el padre Juan le dio las respectivas Ave Marías al asunto, su decisión ocupó las primeras planas de los diarios. Todo era felicidad.

Era impresionante, la amenidad del programa, la sagacidad del conductor, el background de la locutora, la variedad de los invitados, la lucidez de los comentarios del día. Hildebrant era una zapatilla vieja, qué Ramírez Lazo ni chema Salcedo, qué Alberto Ku Kin, de CPN. Radio nacional era un chancay de a veinte a lado del “Club de Amigos”. Qué los Gaitán Castro, qué Medio día Criollo, qué programas culturales; todos eran papas rellenas a lado de secciones como “Collage”, “Conociendo el Perú”, y “Quién se llevó mi queso” (…nada de risas, más respeto por favor).

Ante este megafenómeno radial, el Consejo de la Prensa Peruana se puso las pilas, lo mismo el Apfacom por las universidades de Latinoamérica y la empresa consultora CPI, quienes esde su CPU decidieron estudiar el caso.

Hicieron miles de encuestas, estudios de mercado, focus group, focus Watts, focus LG y hasta focus ahorradores.
Al cabo de tres meses de aguda y rebuscada investigación, chapoteando en los pantanales suburbios magnetofónicos de la radio -o sea en los archivos-, el resultado tenía una sola respuesta...

No, no era el inteligentísimo, perspicaz, incisivo, brillante, magnífico y además humilde conductor -por favor evite las risitas, mas seriedad ¿quiere?-. Menos era la precisa y neutral opinión de la conductora; el resultado tenía una sola respuesta. No, no eran los auspiciadores, ni las características de fondo, tampoco las...

- ¡Oiga, déjese de “floros baratos” y diga de una vez cuál es la respuesta!

Está bien: era nuestra productora Súper Natty Ortiz.

Así como lo oye, ella solita era el alma de la fiesta o mejor dicho de la fama.

El Consejo de Prensa Peruana en la voz de Enrique Zileri, imponía la tesis de que el rating más alto en el “Club de Amigos”, se daba sólo en las intervenciones de nuestra productora. Era su voz –decía todo un grupo de consultores, intelectuales, sociólogos y gente de esa “chamba”-. Nosotros pensamos lo mismo –dijeron los del Apfacom y CPI , siempre desde su CPU les siguió la corriente.

Pero ahí no quedaba la cosa. Habían escudriñado tanto que, en un ensayo de 14,954 páginas -la Biblia les quedó chica. Ni las páginas amarillas- exponían claramente al motivo de tanto jale en el programa: la mezcla dulce, parsimoniosa y clara de su voz de niñita buena, su femenino acento marcado, circunspecto, delicado. Al país le gustaba eso, ahí estaban las pruebas, ya no había nada más que decir; nuestra productora, Súper Natty Ortiz ¡era lo máximo!

El zoom de la de Lima se puso de pie para aplaudir la científica explicación de tan epónimo suceso, pero Mr. Zileri pidió calma. Sí, calma hinchas acérrimos de nuestra productora que aún hay más -por algo no se habían cepillado las pestañas redactando 14,954 páginas-.

Las aptitudes de nuestra productora encerraban sólo un 30% de sus celebradas cualidades (tranquilo, no se me engorile, calma, calma), el otro 70% restante radicaba (¡agárrese!) en nada menos que en su inseparable botellita de té.

Tal como lo oye. Sí perucho lindo, en una refrescante botellita de té que se hizo moda en nuestro mono país.

De pronto podíamos apreciar hasta en los noticiarios más serios del país, que Zenaida Soliz hablaba por televisión, y a lado, tenía una botellita de té que consumía a sorbos por momentos, igual Rosa María Palacios, Hildebrant. Los noticiarios matutinos, los de mediodía, de las diez de la noche, hasta el presidente Toledo quien en su mensaje presidencial de julio del 2003, apareció misteriosamente con su botellita de té a lado (muy vivo, porque con la moda de nuestra productora subió de 9 a 24 puntos en las encuestas, pero ese es otro tema).
Todo estaba bien, al menos para nuestra productora que se daba la gran vida. Toda una diva. 

Y decimos durante un tiempo porque, justo entre la espumante etapa de su celebridad, la prensa hizo suya el tema.

No faltaron los diarios sensacionalistas (los “chichas”) quienes comenzaron a especular que la botellita de té de nuestra productora, era realmente una chata de ron -¡Qué miserables!-, porsupuesto que no lo era -al menos en ese tiempo todavía no lo era- aunque la investigación obra su curso en la tortuga judicial, perdón, en el respetable Poder Judicial.

Entonces la polémica nacional acerca de, si lo que tomaba nuestra productora era realmente de una botellita de té o de una chata de ron, se instaló en el congreso (los legisladores estaban en la onda). Pero su pronunciamiento posterior fue claro, firme, decisivo. De confianza y respaldo absoluto: nuestra productora bebía de una refrescante botellita de té y punto.

Aunque la confusión ya estaba resuelta por el lado moral, los anunciantes fueron los más perjudicados, y por el contrario, los importadores de ron quisieron sacarle ventaja al asunto matriculándose con la suya, pero como nuestra productora, Súper Natty Ortiz, no comulgaba ni con el alcohol medicinal -ya les dije que al menos en ese tiempo no. Créame-, al cabo de unos meses toda la moda de la botellita de té se diluyó y por ahí se volvió a escuchar -otra vez en la a.m.- al “Club de Amigos” de siempre.


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